jueves, 18 de marzo de 2010

Los hoteles de lujo chocan contra el ladrillo

El pinchazo de la burbuja inmobiliaria arrastra en su caída a cinco estrellas de Marbella y Estepona
13.03.10 - 02:07 -
MARÍA JOSÉ CRUZADO mjcruzado@diariosur.es | MARBELLA.
La crisis se desarrolla de acuerdo a la lógica más contundente. Primero se quiebran las finanzas, luego las llamas se extienden a la economía real y finalmente cae la demanda. La hotelería no ha sido ajena a este debacle económico y hasta los establecimientos de cinco estrellas han visto disminuir en el último año el número de reservas y el poder adquisitivo de sus clientes. Sin embargo, esto no explica por sí sólo que haya una treintena de hoteles en la Costa que hayan presentado un expediente de regulación de empleo que afecta a más de 2.000 trabajadores y que algunos de los establecimientos más emblemáticos de Marbella y Estepona, como Los Monteros o Las Dunas, hayan cerrado; otros, como Incosol o Gualdapín estén ligados a procesos concursales; algunos como el Don Carlos, inmersos en conflictos laborales, y otros más, como el NH Alanda o La Quinta hayan renunciado a abrir todo el año.
El problema se arrastra desde los años noventa, mucho antes de la actual crisis. Años atrás, los hoteles de lujo de Marbella contaban con los niveles de ocupación más altos de España, los precios y las prestaciones más elevadas, una plantilla bien formada y mejor retribuida y una clientela fiel que se unía a una oferta complementaria de calidad, especialmente en el sector de la restauración.
Según los expertos consultados, las causas hay que buscarlas en la caída del ladrillo y en el urbanismo salvaje de los últimos años. Muchos hoteles de la máxima categoría fueron adquiridos por empresarios procedentes de la construcción ajenos al sector de la hotelería, algunos para especular, otros como inversión inmobiliaria para ganar dinero barato y fácil en años de bonanza donde el destino Marbella se vendía solo y otros por una simple cuestón de imagen.
Poca experiencia
El pinchazo de la burbuja inmobiliaria puso fin a la gallina de los huevos de oro y evidenció una gestión no muy eficaz de profesionales poco expertos con intereses en otros negocios que no han querido o no han sabido llevar a buen puerto su gestión. El caso más claro está en Los Monteros. Después de pasar por varias manos que dejaron al hotel endeudado, el establecimiento fue adquirido en diciembre de 2008 por el petrolero ruso Ernest Malyshev por 15 millones euros en condiciones más que ventajosas. El vendedor era el entonces dueño del hotel Las Dunas, ahora desalojado y embargado, el libanés Mohamed Reda Bahige Alaywan. El hotel de cinco estrellas gran lujo, en otro tiempo buque insignia del turismo de la Costa del Sol, lleva más de un año cerrado y sus trabajadores 14 meses sin cobrar, algo impensable hace unos años.
Los propietarios se han encontrado con dos obstáculos. De un lado, el 'boom' urbanístico, que ha terminado por ahuyentar a los turistas con mayor capacidad de generar empleo e ingresos, esos que buscan además de los servicios, un paisaje que no sea de hormigón armado. Como apunta Rafael de la Fuente, ex presidente de los hoteles Don Carlos y Los Monteros, «parece que se nos ha olvidado que el paisaje de un hotel de lujo también debe ser de lujo y que los turistas actuales demandan cada vez entornos medioambientales atractivos, incompatibles con la aglomeración de construcciones a su alrededor».
Pero además, el llamado turismo residencial acabó por imponerse al tradicional. Muchos de los clientes que antes llenaban los hoteles siguen viniendo a Marbella, pero ahora disfrutan de su propia vivienda en la ciudad.
Algunos hoteles no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos y se han aferrado a los réditos del pasado sin tener en cuenta la competencia de destinos emergentes con precios más competitivos como Turquía o Egipto. «Marbella es Europa y Europa es cara», señala Salvador Vílchez, ex presidente de Aehcos y coordinador del foro de la Costa del Sol.
Costes elevados
El otro escollo, han sido plantillas sobredimensionadas, infraestructuras muy caras de mantener y precios difíciles de soportar en tiempo de crisis. El presidente del Consejo de Turismo de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Miguel Sánchez, director de MS Hoteles, apunta además que «muchos establecimientos de cinco estrellas tienen una gran cantidad de activos que no pueden soportar». «Quizás puedan volver a dar esos servicios de lujo pero es evidente que con otros márgenes de beneficio», añade.
Este último año ha sido especialmente complicado. La caída de la libra ha hecho mella en el turismo británico, principal fuente de ingresos, y los turistas de alto poder adquisitivo y largas estancias a pensión completa han sido sustituidos por directivos de empresas que se van en dos días tras cerrar el negocio que les ha traído a la ciudad.
El conde Rudy Schoenburg, gran conocedor del sector turístico de Marbella, al que lleva vinculado más de 40 años, y actual consejero del hotel de cinco estrellas Marbella Club, señala una tercera causa: la estacionalidad. «El cambio climático con fuertes lluvias en invierno ahuyentan a los clientes y es lógico que muchos hoteles tengan que cerrar en invierno y abran sólo en primavera y verano cuando antes tenían clientela todo el año.
Marbella vende buen tiempo y con las facilidades que hay para viajar, siempre se encuentra el calor en otras partes del mundo». Los multimillonarios de la época dorada de Marbella han dado paso a personajes igualmente conocidos y ricos que ahora prefieren el anonimato a las grandes galas que promocionaban la imagen de lujo de la ciudad.
Calma tras el temporal
¿El lujo de Marbella vive sus horas bajas? La respuesta es no y prueba de ellos son otros hoteles de cinco estrellas ejemplo de buena gestión. Todos coinciden en que la consolidación de Marbella como destino turístico internacional es suficiente garantía de éxito y que tras el temporal llegará la calma o, al menos, la resaca. Sostienen sin embargo que para salir del bache hará falta algo más que la fe en el potencial de la ciudad y su capacidad para salir a flote para que los grandes colosos de la hostelería pervivan. Será necesario que todos los agentes económicos, sociales y políticos echen una mano en la misma dirección. Como señala Francisco José Barrionuevo, presidente del Consejo Económico y Social de la Universidad de Málaga, «cuando las reglas del juego cambian, hay que cambiar de estrategia»

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